Part 2
No llegaron a la noche, ni a casa.
Había estado claro que no iban a poder aguantar sin tocarse desde el primer momento en el que Kyubin había comenzado a tentar a Taeyeob durante la reunión, tocando su muslo bajo la mesa; pero el chico había tenido la esperanza de que no fueran muy allá porque todavía se encontraban en la oficina, en su lugar de trabajo, un espacio que compartían con muchísimas más personas que todavía se encontraban en el lugar, acabando sus respectivas jornadas laborales. Obviamente, no habían podido mantenerse alejados el uno del otro. Taeyeob solo le había propuesto a Kyubin quedarse en su despacho, puerta convenientemente cerrada con pestillo y persianas echadas, tal y como siempre se encontraba el lugar cuando el mayor tenía cualquier tipo de visita o reunión, porque no quería estar fuera, en su propia mesa, al lado de Wookjin. Su mirada inquisitiva que le decía que sabía más de lo que contaba, no le daba muy buena espina y ya lo había pasado bastante mal en la reunión con las cuerdas atadas alrededor de su cuerpo, como para seguir pasándolo mal de esa forma, teniendo en cuenta que Kyubin había decidido que no quería perder el tiempo en deshacer todos los nudos para tener que rehacerlos en casa. Pero aunque hubiera sido idea de Taeyeob quedarse en el despacho, pensando que en aquel lugar estaría mucho más tranquilo y que así podría trabajar un poco más sin tener que estar en constante tensión... había estado completamente equivocado.
Kyubin parecía estar fuera de sí desde que lo había atado y lo que había comenzado en la reunión solo como un pequeño juego para usar los productos que iban a anunciar, se había salido de madre.
Trabajar no había estado entre sus prioridades y, aunque Taeyeob había intentado en varias ocasiones razonar con él sobre aquello, Kyubin no había estado nada dispuesto a escucharlo —y si lo había escuchado, su excitación había sido mayor de lo normal y ni siquiera le había dado vueltas en su cabeza a todo lo que podría pasar—. En más ocasiones de las que Kyubin admitiría jamás, pensaba con el pene en lugar de con la cabeza y, por ello, Taeyeob se encontraba en aquella situación en primer lugar. Le tenía que haber dicho que no cuando le propuso lo del bondage en la oficina, sabiendo que eso causaría estragos en Kyubin... pero en el fondo él también había querido probarlo, sentir algo diferente a lo de siempre, arriesgarse un poquito. No obstante, ir atado como un chorizo bajo la ropa por la oficina, no se comparaba con tener sexo en el lugar, aunque estuvieran encerrados en el despacho del mayor y nadie los viera, había al menos cincuenta personas en la sala grande, al otro lado de la puerta, sentados en sus respectivas mesas, terminando su trabajo, y también había otros dos despachos, uno a cada lado del de Kyubin, cuyas paredes eran casi de papel porque Taeyeob había escuchado más de una y más de dos veces gritando a Hyewon cuando perdía la paciencia. Pero a Kyubin no parecía importarle lo suficiente como para comportarse como una persona respetable y Taeyeob estaba empezando a sentir que le daba bastante igual también.
Lo que había comenzado con unos besos intensos delante del espejo de cuerpo entero que Kyubin tenía en su despacho, había continuado con las manos grandes del mayor recorriendo todo su cuerpo, por debajo de su ropa, acariciando su torso envuelto por aquellas cuerdas de material suave, rozando éstas y moviéndolas levemente para que le tocasen lugares sensibles de su cuerpo, sus pezones erectos, su miembro que comenzaba a endurecerse por todos los roces y todos los besos, haciendo que la mente de Taeyeob dejase de funcionar como debía, provocando que se empezase a dejar llevar por el placer y no por el raciocinio que le decía que estaban en un lugar público y que, si se descuidaban, los podían oír desde el exterior. Su cuerpo siempre había sido sensible, pero en esos momentos rayaba lo obsceno de lo sensible que se encontraba, tan solo por unos pocos besos y unos cuantos roces y Taeyeob sentía que no iba a tardar demasiado en ser un desastre.
—Te está gustando que quiera follarte en la oficina —susurró Kyubin en su oreja, con la voz grave tomada por el deseo—. Si llego a saber que esto te excitaría tanto como a mí, te lo habría propuesto antes.
—No me... excita... —jadeó Taeyeob en respuesta.
—Si tú lo dices...
Taeyeob notó la sonrisa socarrona de Kyubin contra la piel de su cuello cuando éste lo besó allí y quiso protestar de nuevo, aunque la protesta fuera una vil mentira, porque sí que estaba excitado, pero cuando abrió la boca para hacerlo, lo que ascendió por su garganta fue un gemido y Taeyeob tuvo que llevar ambas manos hasta su boca para tapársela y que de ésta no saliera ni un solo sonido. Kyubin había decidido meter su mano dentro de sus pantalones en ese momento y tocar su miembro directamente, y eso había sido demasiado para él. Si antes había tenido poca voluntad para no resistirse a todo lo que su jefe quisiera hacerle, ahora ya no le quedaba ninguna. Le daba igual que se encontrasen en la oficina, que los pudieran oír, que todo el mundo se percatase de que estaban juntos y que, encima, no paraban de hacer cosas indecentes en la oficina —aunque en el fondo no le daba lo mismo que todos lo supiesen porque no podría mirarlos a la cara si se enteraban, pero Taeyeob solo quería que Kyubin siguiera tocándolo hasta alcanzar el máximo placer—.
Y darle placer fue exactamente lo que Kyubin hizo.
Kyubin comenzó a desabotonarle la camisa con la otra mano, mientras no dejaba de rozar su miembro. Taeyeob ni siquiera supo cómo su novio pudo desabrochar todos los botones sin romper ninguno, teniendo en cuenta que de normal era un manazas, pero se lo agradeció mentalmente porque se pasaba el día en la oficina y no tenía tiempo para ir de compras a por una nueva, no pudo hacerlo verbalmente porque sus manos seguían tapando su boca, para que ningún sonido saliera de ésta y fuera escuchado en el exterior, pero si no las tuviera allí, Taeyeob estaba seguro de que tampoco lo podría haber hecho porque su cerebro era un caos en esos momentos, su cuerpo estaba sintiendo demasiado y tenía tantos estímulos que no pensaba ni se coordinaba como debía. Los dedos largos y huesudos de Kyubin sobre su torso, tocando sus pezones, pellizcándolos y su mano grande, de largos dedos, agarrando su miembro eran demasiado para él, demasiadas sensaciones a la vez. Pero Taeyeob no pudo entregarse a todas aquellas emociones durante mucho tiempo, porque en ese mismo instante, unos golpes en la puerta del despacho de Kyubin provocaron que ambos se quedaran completamente estáticos.
—Jefe —llamó la voz de Wookjin desde el exterior—. Traigo los papeles que me pediste esta mañana.
Gracias al espejo frente a él, Taeyeob pudo ver su mirada de pánico a Kyubin, quien simplemente le dedicó una sonrisa pícara antes de separarse de él e indicarle silenciosamente que se arreglase lo suficiente para hacer pasar porque allí no estuviera sucediendo nada y Taeyeob rápidamente se arregló el pelo y la ropa, viendo su reflejo hasta que estuvo adecentado por completo. Lo único que no podía esconder era su incipiente erección, totalmente visible a través de sus pantalones, pero para que no pudiera verse, Taeyeob fue hasta uno de los sofás que había en el despacho de Kyubin y se sentó en él, con sus piernas cruzadas y cogiendo algunos de los papeles que había sobre la mesa. Solo entonces, le dio el visto bueno a que el mayor abriese la puerta y éste fue hasta allí para quitar el pestillo y abrirle a Wookjin.
—Gracias, Wookjin —le dijo al muchacho, cogiendo la carpeta que le era tendida—. Has sido más rápido de lo que me esperaba.
—Eran cuatro cosas sencillitas, no me ha llevado mucho tiempo —respondió el chico—. ¿Vas a echar horas extra, Taeyeob hyung? —cuestionó, llamándolo, y provocando que el cuerpo de Taeyeob se tensase durante unos instantes antes de recordarse a si mismo que no había nada raro en que él estuviese en el despacho de Kyubin, sentado, leyendo algunos papeles.
—No lo creo —respondió a la pregunta de Wookjin y miró el reloj de su muñeca—. Dejaré esto listo para salir a tiempo.
—¿Te vienes a beber con el resto? —cuestionó el chico—. Jefe, también estás invitado.
Kyubin se giró hacia Taeyeob al escuchar las invitaciones y en sus ojos Taeyeob pudo ver la desesperación del mayor porque declinara la oferta que le acababa de hacer Wookjin. Por un momento, Taeyeob estuvo muy tentado a aceptar, en venganza por las veces que se había ensañado con él en aquella tarde mientras estaban frente al resto de sus compañeros de trabajo, pero solo fue un instante. No tenía cuerpo para pasarse la noche bebiendo, no cuando Kyubin le había hecho tantas promesas de buen sexo.
—Voy a pasar —le dijo al muchacho—. Ha sido una semana dura y lo que necesito más es descansar.
—Sin problema —respondió Wookjin—. ¿Jefe?
—Divertíos las juventudes —contestó Kyubin—. Sé que soy una persona encantadora, pero os sentiréis cohibidos estando yo allí.
Wookjin se rió ante aquello, pero no dijo nada más. No obstante, les dedicó a ambos una mirada, como si supiera los verdaderos motivos de sus negativas, antes de salir por la puerta, dejándolos de nuevo solos. Taeyeob dejó escapar un profundo suspiro de alivio en el momento en el que Kyubin cerró la puerta, echando el pestillo. Su corazón latía dentro de su cuerpo con rapidez, todavía nervioso por la intrusión de Wookjin, pero trató de relajarse y no pensar en ello. Estaban corriendo demasiados riesgos aquel día y aquello no podía seguir así, tenían que parar y esperar hasta llegar a casa para seguir con tranquilidad. Taeyeob haría todo lo que Kyubin quisiera, pero en casa... o al menos esa era su idea... la de Kyubin parecía diferir muchísimo de lo que él había pensado —si la sonrisa pícara que le dedicó en el momento en el que se giró hacia él era indicativo de algo— y, Taeyeob, al final, siempre era incapaz de negarse a nada de lo que el mayor quisiera.
—Creo que Wookjin sospecha que somos pareja —fue lo que le dijo cuando se sentó junto a él en el sofá—, pero no creo que haya advertido nada de lo que nos traemos entre manos hoy.
—Si te crees que me alivia que solo sospeche lo primero, estás muy equivocado —contestó Taeyeob.
—Lo sé —respondió Kyubin, acercándose para susurrarle lo siguiente—: pero también sé que sigues tan excitado como yo y quieres más.
—Hoy tienes todas las papeletas para ganar la lotería de llevarte todo mi odio por el resto de la eternidad —replicó Taeyeob, pero aquello lo único que provocó fue que Kyubin se riese—. Es en serio.
—Lo sé, lo sé —murmuró, sus labios rozando su cuello—. Pero ahora no quiero parar... no puedo parar... y todos se van a ir en un rato, así que, ya no nos van a molestar más y podemos seguir jugando.
—Si alguien se enterase de todo lo que hemos hecho hoy no dudarían en despedirnos por indecencia pública —replicó Taeyeob, tratando de que los besos de Kyubin y los leves escalofríos de placer que le provocaban no lo distrajesen del tema... aunque era bastante complicado—. Sé que estuve de acuerdo con todo y que no me opongo del todo a seguir porque no es como si pudiéramos volver a casa de esta guisa —descruzó sus piernas y señaló su incipiente erección—, pero no pienso hacer nada hasta que todos se hayan ido.
—Vale... —murmuró Kyubin. El mayor se separó de él para observar su reloj—. Deben empezar a recoger en un rato, así que, de mientas, podemos hacer algo menos intenso... mmmm... —cerró sus ojos, pensativo durante unos momentos—. ¿Un lap dance? —propuso, palmeando sus muslos, indicándole de esa forma a Taeyeob que podía sentarse sobre ellos.
—Eres incorregible —replicó el chico.
—Y me quieres así.
—Por desgracia.
Kyubin volvió a reír por su respuesta y eso le sacó también una sonrisa a Taeyeob, que se sentía ahora mucho más relajado que cuando habían estado frente al espejo, cerca de la puerta, y cuando Wookjin había entrado al lugar. Sabía que aquello no iba a acabar hasta que Kyubin se quedara satisfecho con su incursión en el sexo semi público aquel día, por lo que lo único que podía hacer era tomarse las cosas un poco menos personales y tratar de disfrutarlo de la misma forma que lo estaba haciendo el mayor. Sus compañeros no iban a tardar en irse y, entonces, tendrían toda la planta para ellos solos, así que, no habría problema alguno en que llevaran aquello hasta la última base, por lo que, por el momento, no le importaba hacer un poco de tiempo y cumplir uno más de los deseos de Kyubin —como si no cumpliera suficientes a lo largo del día—.
Taeyeob suspiró profundamente después de tomar la decisión e hizo lo que el mayor le había pedido, soltando de nuevo los papeles sobre la mesa y moviéndose sobre el sofá hasta acabar sentado sobre los muslos de Kyubin, sus rodillas a cada lado de las caderas del mayor, sus manos afianzándose sobre sus fuertes y trabajados hombros. Una sonrisa pícara apareció en los carnosos labios del que, además de pareja, era su jefe y Taeyeob se inclinó sobre él para poder besarlo perezosamente, sin ninguna prisa por su parte, comenzando a mover sus caderas al mismo ritmo que movía sus labios. Moverse de aquella forma hacía que las cuerdas que lo envolvían y que se le cruzaban por la entrepierna rozasen su miembro, cada vez más sensible, provocando que sintiera escalofríos de placer cada pocos segundos. No era la primera vez que Kyubin le pedía un lap dance, tampoco sería la última que lo haría, pero Taeyeob nunca había ido a un boys para saber cómo se hacía de verdad, así que, solo se movía al ritmo de una música imaginaria, pegándose más y más al cuerpo del mayor, a veces rozando sus miembros a través de la tela de sus pantalones, para sentir más descargas eléctricas en su propio cuerpo, otras veces solo tocando con sus manos sus pectorales, sintiéndolos fuertes, firmes bajo sus dedos, sin dejar de mover la boca contra la suya, sus lenguas saboreándose la una a la otra.
El tiempo pasaba lento y a la vez rápido mientras estaban de aquella forma, pero no le importaba demasiado cuando tenía a Kyubin bajo él, solo para él; no obstante, en el momento en el que escuchó cómo sus compañeros se comenzaban a ir, despidiéndose los unos de los otros, Taeyeob comenzó a ser consciente del tiempo y de que, a partir de aquel momento, podían hacer algo más, ir un poco más allá. Como si Kyubin le hubiera leído la mente, sus grandes manos, que habían estado durante todo aquel tiempo sujetando su cintura, se desviaron hacia abajo y comenzaron a desabrochar el botón de los pantalones de vestir de Taeyeob, bajando la cremallera y tocando su miembro por encima de la tela de sus calzoncillos, provocando que un jadeo bajo saliese de los labios del chico sobre él. Estaba caliente y muy necesitado, cualquier roce lo enviaba a ver las estrellas tras sus párpados, sobre todo porque cada movimiento que había hecho durante toda la tarde, había provocado que las cuerdas que estaban atadas alrededor de su cuerpo se deslizaran sobre su piel, y las que se cruzaban en su entrepierna lo habían traído loco, por lo que los dedos largos de Kyubin no hacían más que incrementar su sensibilidad y estar a punto de estallar en un orgasmo muy necesitado.
Y, sin embargo, poco antes de que pudiera hacerlo, cuando su cuerpo se tensaba completamente dispuesto a abandonarse en el más absoluto placer, Kyubin dejó de tocarlo. Taeyeob abrió sus ojos, los que había cerrado unos momentos antes por disfrutar de las sensaciones de su cuerpo, alejándose del rostro del mayor para observarlo con reproche en la mirada.
—No me mires así —murmuró el otro—. Voy a hacerte sentir muchísimo mejor que solo tocándote así.
—No puedo aguantar más —replicó en un jadeo que sonó desesperado, tanto, que Taeyeob se sorprendió a sí mismo.
—Si puedes.
La respuesta de Kyubin fue seguida de un beso corto y cariñoso en la sien de Taeyeob y por sus manos fuertes agarrando su trasero para levantarlo de sus piernas y dejarlo sobre el sofá como si fuera un muñeco de trapo y no otro hombre adulto de prácticamente metro ochenta. Tras aquello, simplemente se levantó del sofá y fue hasta el lugar donde se encontraban varios de los productos sexuales que no habían llevado a la reunión, de los que se habían reservado para ellos solos, en los que se incluían un bote de lubricante, sabor mandarina, y un paquete de condones de varios colores y sabores. Cuando Kyubin se acercó de nuevo hasta él, le indicó con un movimiento de su mano que se pusiera a cuatro patas sobre el sofá y Taeyeob se mordió con un poco de fuerza el labio inferior antes de hacerle caso, cambiándose de postura con lentitud, sintiendo las cuerdas moverse a la vez que él, rozándole su sensible entrepierna. Una vez estuvo de rodillas sobre el sofá, con sus antebrazos en el brazo del mueble y su trasero levantado, sintió cómo el cojín se hundía tras él bajo el peso de Kyubin e inmediatamente después sintió cómo este cogía la cinturilla de sus pantalones y los bajaba por sus piernas hasta dejarlos en sus rodillas, haciendo exactamente lo mismo con sus calzoncillos. Taeyeob contuvo la respiración durante unos segundos porque ahora estaba completamente expuesto, en la oficina de su jefe y a la merced de éste.
—Voy a desanudar la parte la cuerda que pasa por tu entrepierna —dijo Kyubin—, así tendré mejor acceso.
Taeyeob asintió con un leve movimiento de cabeza y el mayor se puso manos a la obra inmediatamente, deshaciendo con cuidado los nudos que había hecho horas antes, nudos que parecían estar bastante bien hechos porque Kyubin tuvo que realizar varios intentos, entre murmullos y maldiciones, antes de que finalmente se soltasen los de la zona baja de su torso. Taeyeob finalmente fue libre de la presión que había sentido durante todo aquel rato en su entrepierna y del roce de la cuerda aquella sensible zona, por lo que, no pudo evitar que un jadeo se escapase de sus labios al dejar de sentirlo. Tras él, escuchó la risa grave de Kyubin y giró un poco su cabeza, lo suficiente para ver por encima de su hombro cómo el mayor observaba su cuerpo con una sonrisa socarrona y los ojos llenos de deseo.
—Deja de reírte de mí —le espetó Taeyeob.
—No me río de ti —replicó él, colocando una mano en su cintura e inclinándose sobre su cuerpo para dejar unos cuantos de besos tras levantar su camisa a lo largo de su espalda, en los huecos de su piel que que quedaban por donde las cuerdas se cruzaban—. Solo me ha parecido encantador el suspiro después de desatar esta zona.
Y para enfatizar lo de la zona, Kyubin le dio una palmada en el trasero, provocando que otro jadeo se escapase de los labios de Taeyeob. Aquella vez, no le dio tiempo a Taeyeob a quejarse ni por la palmada ni por la risita de Kyubin, porque en el momento en el que recuperó la respiración para hacerlo, la volvió a perder porque Kyubin había decidido comenzar a prepararlo. Hacía eones que había perdido la virginidad, eones que sentía una y otra vez cómo los hombres con los que se acostaba lo preparaban, insertando uno de sus dedos en su recto, algunos siendo más bruscos, otros más delicados, usando diferente cantidad de lubricante o de saliva para ello, pero daba igual cuánto tiempo hubiera pasado desde su desastrosa primera vez, el momento en el que Taeyeob sentía cómo el primer dedo se introducía en su interior, todo su cuerpo se tensaba de una forma irremediable y se quedaba sin respiración por la penetración. Los dedos de Kyubin eran largos y huesudos, pero siempre habían sido suaves con él, siempre lo habían tratado casi como si se tratase de una pieza de porcelana, delicada y frágil, cuando se trataba de preparar su recto para la penetración, pero aún así, Taeyeob se tensaba siempre.
—Respira —murmuró Kyubin, su otra mano acariciando su cintura, su dedo pulgar trazando círculos sobre su piel—. Relájate.
Taeyeob le hizo caso, siempre lo hacía, y tomó una bocanada de aire a la vez que cerraba sus ojos y trataba de relajarse. No era difícil, solo tenía que inspirar hondo un par de veces para que su cuerpo dejara de tensarse y su recto se abriese lo suficiente para que Kyubin pudiese continuar con su tarea. Tan solo unos momentos después, el mayor volvía a comenzar, moviendo su dedo en su interior, hacia adentro y hacia afuera, penetrándolo con cuidado y con lentitud para acostumbrarlo. En el momento en el que Taeyeob estuvo completamente relajado y sin volver a tensarse, todo fue muchísimo más fácil para ambos. Kyubin sacó su dedo de su interior y se echó más lubricante antes de probar si podía introducir un segundo, algo que al final hizo con facilidad, resbalándose dentro de él sin ningún problema y Taeyeob comenzó a sentir la placentera sensación que le provocaba aquella penetración, los dedos del mayor entrando y saliendo de su cuerpo una y otra vez, abriéndose y creando espacio, buscando con sus embestidas la próstata del chico hasta que la acabó encontrando, provocando que Taeyeob viera estrellas bajo sus párpados cerrados y que cayera de bruces sobre el brazo blando del sofá.
—Creo que ya estás —murmuró Kyubin, momentos después.
Y Taeyeob no pudo estar más de acuerdo con ello. Sentía que su recto estaba completamente acostumbrado y que necesitaba más porque aquello le parecía poco, por eso, cuando Kyubin lo volvió a manejar como si se tratase de un muñeco de trapo, no se resistió para nada y se dejó a hacer. El mayor lo agarró por la cintura para colocarlo de espaldas sobre los cojines del sofá y le quitó los zapatos, que todavía llevaba puestos, para poder sacarle sin problema los pantalones y calzoncillos por los pies. También se dedicó a abrirle de nuevo la camisa para dejarlo prácticamente desnudo bajo él a pesar de que Kyubin no se había quitado ni una sola pieza de ropa, algo que a Taeyeob le pareció totalmente injusto y no pudo callarse por ello.
—Demasiada ropa llevas puesta —le dijo, haciendo que una sonrisa pícara se asomara en los labios de Kyubin.
—¿Quieres verme tan desnudo como estás tú? —le cuestionó el mayor.
—Sí.
—Sus deseos son órdenes para mí, mi princesa —respondió y Taeyeob tuvo ganas de pegarle por aquel mote, pero no lo hizo porque Kyubin comenzó a desnudarse inmediatamente.
Sin dejar de mirar a Taeyeob con infinito deseo, Kyubin se deshizo de su chaqueta y la dejó sobre el respaldo del sofá, para después desanudar su corbata y desabrochar lentamente los botones de su camisa, dejándosela abierta, pero todavía puesta, mostrando por el hueco que dejaban las dos piezas de tela su trabajado cuerpo, sus pectorales grandes y fuertes, sus abdominales trabajados. Después de aquello, simplemente se desabrochó sus pantalones, bajándoselos un poco, pero no del todo, dejando ver cómo a través de sus calzoncillos negros se adivinaba la forma de su miembro, totalmente duro, a pesar de que no había sido tocado, aprisionado contra la tela. Kyubin estaba completamente excitado y Taeyeob no podía aguantar más tampoco, necesitaba que se lo terminase de follar allí mismo, cualquier pensamiento sobre estar en la oficina, sobre que alguien los pudiera sorprender, al fondo de su mente, sin importarle lo más mínimo en aquellos momentos.
—Quiero ver más piel —pidió, casi en un jadeo, lamiéndose los labios de forma involuntaria.
—Por supuesto.
Kyubin terminó de bajarse sus pantalones y calzoncillos, dejando por fin libre su miembro y se subió al sofá solo con la camisa todavía puesta, abriendo el sobre de uno de los condones con sus manos y tocándose a sí mismo unos momentos para endurecerse todavía más antes de colocarse el condón, deslizándolo sobre su miembro. Taeyeob no perdió detalle de ninguno de sus movimientos, queriendo que éste lo penetrase ya, la expresión en su rostro no dejando lugar a dudas de que lo quería y que lo quería ya. Kyubin no se recreó, no perdió el tiempo más y simplemente echó un poco de lubricante sobre el condón, impregnándolo bien con aquel líquido viscoso, para después colocarse entre las piernas de Taeyeob, subiéndolas a sus hombros aprovechándose de su elasticidad y, de esa forma, subiendo su trasero para alinearlo contra su miembro. Una sonrisa pícara fue todo lo que Kyubin le dedicó a Taeyeob antes de comenzar a introducirse en él, de forma lenta, pero firme. Taeyeob tuvo que llevar una de sus manos hasta su boca para ahogar los gemidos que salían de ella y que éstos no resonasen dentro del despacho ni fuera de él.
Las embestidas de Kyubin, que en un inicio fueron lentas, dejando que el cuerpo de Taeyeob se acostumbrase a ellas, empezaron a volverse cada vez más intensas, más rápidas, más profundas. Los dedos que se agarraban a su cintura, cada vez hundiéndose más y más en su carne mientras se afianzaba en ella para seguir penetrándolo, más fuerte, más rápido. La posición no era cómoda, el sofá no era cómodo, pero a Taeyeob no le importaba en lo más mínimo, lo único que podía hacer era sentir, sentir y sentir, sentir tanto que probablemente acabaría volviéndose loco por el placer. El miembro de Kyubin comenzó a rozar contra su próstata en cada embestida en el momento en el que el mayor se inclinó sobre él, cambiando su postura, y Taeyeob notaba que estaba cada vez más y más cerca del orgasmo, su miembro rozándose contra su estómago a punto de estallar, moviéndose con cada embestida de Kyubin. Taeyeob no pudo aguantar más y acabó llevando la mano que no estaba ahogando sus gemidos contra su boca, a su miembro para tocarse a sí mismo.
Estaba tan cerca del orgasmo, tan perdido en su propio placer, que no se dio cuenta del momento en el que la mano derecha de Kyubin dejó de afianzarse en su cintura para agarrar su cuello. Taeyeob se quedó estático, notando cómo el dedo pulgar y el índice del mayor se hundían en su carne, en el lugar en el que le latía el pulso, apretando lo suficiente para comenzar a dejarlo sin respiración. Las embestidas de Kyubin cada vez más fuertes, cada vez más rápidas, mientras Taeyeob sentía cómo se le escapaba el aire que le quedaba en los pulmones, provocando que su mente se nublara por el placer y por la falta de oxígeno. El chico comenzó a boquear, en busca de aire y, en ese momento, la mano de Kyubin dejó de apretar su cuello, provocando que todo todo el aire que le había faltado entrara de golpe en su sistema, a la vez que su cuerpo estallase en un orgasmo tan intenso que Taeyeob se retorció de pies a cabeza, su miembro derramando semen de forma virulenta en su estómago. Su cuerpo todavía seguía siendo recorrido por diferentes corrientes eléctricas mientras Kyubin lo seguía penetrando, provocando un espasmo tras otro, alargando su placer y su orgasmo, hasta que finalmente el mayor también acabó corriéndose y dejó de moverse por completo, respirando entrecortado, a la par de Taeyeob, que todavía no había recuperado todo el aire que le había faltado.
Taeyeob ni siquiera supo el tiempo que estuvieron de aquella forma, recuperándose, pero su cuerpo lo seguía sintiendo como si fuera de gelatina cuando Kyubin salió de él, quitándose el condón y haciendo un nudo con él, para después coger de la mesa baja que había junto al sofá una caja de toallitas de la que sacó varias para comenzar a limpiar el desastre que había sobre el estómago de Taeyeob. Después de aquello, Kyubin se levantó del sofá y comenzó a recoger su ropa, poniéndosela de nuevo para aparentar que allí no había pasado absolutamente nada, antes de volverse hacia Taeyeob y comenzar a hacer lo mismo con él. Con infinito cuidado y delicadeza, comenzó a vestirlo, poniéndole de nuevo sus calzoncillos y pantalones, todavía tumbado sobre el sofá y después maniobró con él para dejarlo sentado y quitarle de esa forma la camisa, deshaciendo todos y cada uno de los nudos que mantenían unidas las cuerdas que había tenido enredadas a lo largo de su torso, dejando que éstas fueran cayendo una a una hasta que finalmente no quedó ninguna. Taeyeob se miró su cuerpo, notando cómo en algunas zonas de su torso se podía vislumbrar la sombra de alguna cuerda que se había clavado un poco más, pero que no dejaría ninguna marca y después dejó que el mayor siguiera vistiéndolo, mimándolo, sin poner ninguna pega ni decir absolutamente nada. Tras vestirle, Kyubin se agachó para ponerle los zapatos también y, cuando finalmente estuvo arreglado, le pasó las manos por el pelo para peinárselo un poco y después simplemente se sentó a su lado en el sofá, atraiéndolo con fuerza entre sus brazos.
—Has sido un buen chico hoy —murmuró contra su oreja, dejando un par de besos cortos sobre su mejilla, provocando que Taeyeob sonriese—. Sé que no estabas muy conforme con todo lo que hemos hecho, pero te juro que te compensaré y dejaré que me hagas todo lo que quieras.
—¿De veras? —preguntó, alzando una de sus cejas.
—De veras —respondió Kyubin—. Siempre cumplo mis promesas.
Kyubin volvió a dejar un beso corto sobre su mejilla y Taeyeob asintió, conforme con aquello. Al final, había acabado haciendo todo lo que el mayor había querido, había dejado que lo envolviese en cuerdas y que tuvieran sexo en su oficina sin ponerle demasiados problemas a pesar de que en su mente habían aparecido mil y un escenarios sobre todo lo que podía pasar si por alguna razón los pillasen haciendo todo aquello. Lo había hecho porque no podía negarse a Kyubin, no podía negarse a nada que éste le dijera... de la misma forma que el mayor tampoco podía negarse a nada de lo que Taeyeob le pidiera, por lo que, pensaría qué era lo que quería hacer en compensación y, en esa ocasión, sería él quien tuviera a Kyubin a su merced.
