Título: My Only Wish
Pareja: SuKai (SuHo x
Kai) (EXO)
Clasificación:
PG
Géneros:
AU, romance, fluff
Número de palabras:
3.273 palabras
Resumen:
a JunMyeon le gusta observar cómo el chico del restaurante de enfrente coge
aquella pequeña moto para entregar los pedidos y se pregunta cómo sería montar
tras él, agarrado a su firme cintura.
Notas:
pitch-hit de la primera gala de Doce Dioses Olímpicos. Debido a que la chica a
la que le tocaba hacer esta pareja no apareció, pensé en ayudar a que la gala
no quedara inconclusa, a pesar de que ya había hecho el KrisHo por el que me
había comprometido.
Comentario de autora:
desde hacía mucho tiempo quería hacer algo con Kai en su motillo y por fin
conseguí pensar en un prompt en el que podía hacerlo. Espero que os guste este
fic ^^
My Only Wish
El día está un poco nublado y
JunMyeon tiene que encender el flexo que tiene en la mesa del escritorio para
poder ver con claridad la letra de los apuntes que está estudiando. La luz
blanca lo ayuda a leer mucho mejor que antes y el chico sonríe un poco cansado.
Quiere terminar ya con aquella tortura, pero aún le queda un poco de tiempo
hasta que lleguen los exámenes de acceso a la universidad. Está un poco
nervioso y cada día que pasa lo está un poco más, pero el chico se esfuerza por
calmarse.
Solo va a intentarlo, no importa si
fracasa, habrá muchas más oportunidades para poder entrar a la universidad.
De repente, un sonido le llega desde
el exterior y el chico alza la cabeza para mirar por el cristal de la ventana
la calle. JunMyeon vive en una zona muy tranquila, así que no está acostumbrado
a escuchar ningún ruido y los pocos que perturban su paz son conocidos para él:
el viejo coche del señor Wu, el timbre de la bicicleta del chico de los Park y
la moto de pequeña cilindrada del muchacho que reparte los pedidos del
restaurante de comida tradicional coreana de enfrente.
Es esta última la que identifica por
su oído y la que puede ver sobre el gastado asfalto.
JunMyeon no sabe cómo se llama aquel
muchacho, pero lo ha observado a veces desde la ventana. Es un chico alto, de
piel algo más oscura que la mayoría y cabello igualmente oscuro; tiene los ojos
de calor castaño y unos labios gruesos que dan ganas de besar, en definitiva,
tiene todas las características físicas opuestas a JunMyeon. En aquellos
momentos se encuentra colocándose bien sobre la moto antes de apretar el
acelerador y comenzar su marcha hacia el lugar desde el que le hayan hecho el
pedido. A JunMyeon le gusta ver cómo maneja aquel vehículo e internamente desea
poder subirse algún día con él, agarrándose a su cintura para poder así sentir
la adrenalina de un paseo en moto, algo que nunca ha hecho en su vida, pero que
desde siempre ha querido probar.
Una vez el chico se pierde al final
de la calle, JunMyeon devuelve la mirada a sus apuntes, intentando concentrarse
en las fórmulas matemáticas que se extienden ante él.
☼☼☼
JunMyeon acaba de terminar todos sus
exámenes y por ello quiere darse un respiro, un pequeño capricho ya que durante
los anteriores meses no ha podido salir de su habitación más que para comer y
ducharse. El restaurante de comida tradicional coreana está al cruzar la calle,
así que le pilla de camino a casa y el chico no se lo piensa dos veces antes de
girar hacia la izquierda en vez de hacia la derecha y adentrarse en aquel
pequeño establecimiento.
Ante él se extiende una pequeña
habitación en la que solo hay una decena de mesas y una veintena de sillas,
además de una cocina en miniatura en la que se puede observar el proceso de
creación. A aquellas horas ya no queda nadie en el local, solo una señora que
ronda los sesenta años y que es la dueña del establecimiento, y su vecina, la
señora Kim. A JunMyeon le sabe mal tener que hacer cocinar a la mujer tan tarde
solo porque él ha salido de los exámenes a una hora que estaba a mitad entre el
almuerzo y la merienda, así que, por eso, hace una reverencia antes de darse la
vuelta para salir, pero la mujer lo detiene.
—No te vayas, hijo —le dice con una
sonrisa afable—, aún no he cerrado, puedes sentarte y comer tranquilamente.
—No quiero ser una molestia —murmura
JunMyeon, pero la señora Kim niega con su cabeza y le indica que se siente en
la mesa más próxima a la pequeña cocina.
—No eres una molestia, cariño
—contesta—. Hace un par de minutos quedaban todavía unos cuantos clientes, así
que es hora de comer aún —el chico asiente—. ¿Qué quieres pedir?
—¿Qué tiene? —pregunta un poco
dudoso el chico y la mujer sonríe, empezando a recitarle la carta de platos de
memoria.
JunMyeon lleva cerca de veinte
minutos en el pequeño establecimiento, empezando comerse sus pasteles de arroz
picante con una mezcla de satisfacción, porque estaba muy rico, y de
culpabilidad, por haber hecho cocinar a la señora Kim. La anciana ha dejado su
puesto en la cocina y se ha sentado con él a la mesa, para entablar una
conversación trivial sobre el chico y sobre sus exámenes. Toda la calle, al
parecer, sabe que JunMyeon ha estado estudiando para entrar a la universidad y
el chico supone que debe ser su madre la que ha estado difundiendo aquel hecho
por el mercado.
—Creo que Física me ha ido bastante
bien —le contesta—, aunque no estoy muy seguro de cómo ha quedado el examen de
Matemáticas, un problema se me ha resistido bastante y al final no sé qué habré
hecho.
—No te preocupes —sonríe la mujer—,
con lo mucho que has estudiado, seguro que entras a la mejor universidad de
toda Corea.
—Gracias, señora Kim —murmura.
La anciana abre la boca para decir
algo, pero finalmente no lo hace porque una voz masculina se escucha en el
local y la señora Kim dirige su atención hacia la puerta, esbozando una sonrisa
cálida y muy cariñosa. JunMyeon siente curiosidad por saber quién es aquella
persona y por eso gira su cabeza en aquella dirección, reconociendo al chico
moreno que reparte los pedidos del restaurante en la moto. JunMyeon ve cómo
este le dirige una sonrisa del más puro de los blancos a la mujer y luego sus
ojos van a parar a su persona, mostrando algo de confusión cuando sus miradas
se encontraron.
—Creía que te había pasado algo,
NiNi —dice la señora Kim—. Has tardado más de lo normal y estaba preocupada —el
chico le sonríe tranquilizadoramente.
—El pedido lo hizo Hunnie, así que
me quedé un poco más en su casa y comí con ellos —responde—. Siento no haberte
llamado para avisarte, abuela.
—Oh, no te preocupes —la anciana se
gira hacia JunMyeon—, este muchacho tan encantador me ha hecho compañía mientras
tú llegabas —al sentirse observado y ser el tema de conversación de ambos,
sonríe y luego centra su atención en aquellos pasteles de arroz que están
demasiado buenos como para que se queden en el plato enfriándose.
—Has trabajado duro, abuela —escucha
que dice el recién llegado—. Yo me ocuparé de cerrar, ve arriba a descansar.
La mujer intenta durante algunos
minutos que su nieto cambie de opinión porque no está cansada, pero el chico
finalmente se sale con la suya y la señora Kim termina despidiéndose de ambos y
subiendo a la planta superior, donde se encuentra la casa en la que vive.
Cuando la mujer finalmente se pierde por las escaleras, el chico moreno suspira
y se acerca dónde está JunMyeon terminando de comer, sentándose en el lugar que
minutos antes ocupaba su abuela, frente a JunMyeon.
—Gracias por hacerle compañía a mi
abuela —le dice. Su voz ha pasado a un registro más débil y JunMyeon supone que
es porque siente algo de vergüenza por estar hablando con él, parece un chico
bastante tímido, ahora que lo observa de cerca.
—No ha sido nada —le responde,
quitándole importancia—, regresaba a casa un poco tarde y me dejé caer aquí
para comer —dice—. Tu abuela es una mujer muy agradable —el chico asiente y
unos segundos después, le tiende su mano a JunMyeon.
—Mi nombre es JongIn —se presenta.
—Yo soy JunMyeon —responde este y
ambos sonríen.
En aquel momento, ninguno de los dos
lo saben, pero aquella no sería su última conversación, ni siquiera la más
corta.
☼☼☼
La madre de JunMyeon siempre tiene
que hacer muchas cosas a lo largo del día y por eso el chico intenta ayudarla
en todo lo que puede ahora que el tiempo de estudio ha finalizado y lo único
que le queda es esperar para saber si ha aprobado los exámenes o no. Por este
motivo, el chico se pasa los días de un lado para otro haciendo los recados que
su madre le encarga. Si JunMyeon apenas ha pisado la calle un par de veces, a
lo sumo, durante los meses anteriores, en aquellos pocos días ya ha equilibrado
la balanza de tanto que ha tenido que salir de su casa.
Ese día, se encuentra también fuera
de su casa, ha sido enviado al mercado tradicional que se encuentra a unas
calles de distancia unos momentos antes. El frío sol del invierno acaricia su
rostro mientras camina con algunas bolsas en sus manos, estas no le pesan
demasiado, pero el chico quiere llegar pronto a su casa y poder soltarlas en la
mesa de la cocina.
Son cerca de las once de la mañana y
hay mucha actividad en las calles a esa hora. JunMyeon se deja envolver por el
ritmo que tiene aquel pequeño barrio y sonríe dejándose llevar por las personas
que se encuentran en aquellos momentos por las calles. Hay también un par de
coches que se abren camino por entre la multitud con lentitud y una moto que
aparece repentinamente en aquel panorama. El chico reconoce el sonido de
aquella moto de poca cilindrada y tiene el sentimiento de querer llegar mucho
más pronto a casa para dejar las bolsas y salir a verlo. Últimamente pasa todo
su tiempo libre con JongIn porque no tiene mucho que hacer y le gusta estar
junto aquel chico de piel morena.
JunMyeon es sacado bruscamente de
sus pensamientos al escuchar el chirrido de unas ruedas derrapar sobre el
asfalto y algo caer a este. El chico mira hacia la dirección de la que procede
aquel sonido y lo que ve es la moto de JongIn tumbada sobre el suelo, mientras
el chico que debía ir montándola está en la acera, tendido, pero intentando
levantarse. JunMyeon corre hacia él, con las bolsas en sus manos porque no
puede dejar caerlas, hasta llegar a su lado y agacharse junto a él y así poder
ver cómo se encuentra.
—JongIn… ¿estás bien? —murmura.
Unos segundos después, escucha cómo
el chico gime levemente por el dolor mientras se incorpora y JunMyeon lo
intenta ayudar, pero mirando si tiene alguna herida grave que merezca atención.
Cuando se cerciora de que no tiene nada que lo vaya a matar o hacerlo perder
demasiado grande, lo levanta del suelo y lo ayuda a caminar. La pequeña moto
del chico sigue tirada en mitad del asfalto, pero alguno de los chicos del
barrio la están poniendo de pie, al igual que otros le preguntan al señor Wu si
está bien, dentro de su coche. El anciano no tiene la vista demasiado buena y
con los años ha ido empeorando, pero si no hubiera sido por la poca velocidad
que llevaba el anciano, habría ocurrido una desgracia.
—Ven… vamos a casa a que te cure —le
dice a JongIn y el chico asiente lentamente con su cabeza.
Con toda la rapidez que pueden, se
encaminan hacia la casa del mayor para que este pueda hacer algo con aquellas
heridas leves y raspaduras que tiene el moreno. Al llegar a su hogar, JunMyeon
suelta las bolsas que lleva en las manos sobre la mesa de la cocina y luego
ayuda a sentarse a JongIn en una de las sillas, bajo la atenta mirada de su
madre, que se encuentra en aquel lugar, seguramente esperando los ingredientes
que acaba de comprar para poder hacer la comida.
—¿Qué ha pasado? —pregunta la mujer.
—Me he caído de la moto —responde
JongIn—. No tiene importancia.
—Iré a por el botiquín —anuncia
JunMyeon y va hacia el baño de la planta principal para coger aquello a por lo
que ha ido. Cuando regresa a la cocina, su madre ya ha empezado a preparar la
comida mientras que JongIn sigue sentado en la silla esperando por él. El chico
arrastra una silla para colocarse frente a él y abre el botiquín, sacando lo
que necesita para comenzar a curarlo—. ¿Estás bien? —le pregunta cuando JongIn
sisea por la acción del agua oxigenada en su herida.
—Sí… solo escuece un poco —murmura.
—Me has dado un susto de muerte
—comenta JunMyeon, pero el chico solo le sonríe de una manera encantadora.
☼☼☼
Es inevitable que acaben siendo
amigos, los dos lo saben, por eso no lo fuerzan, su amistad surge naturalmente
entre las mañanas y las tardes que pasan juntos en aquel barrio, ayudando en el
restaurante de la abuela del menor o hablando sobre las cosas que les gustan y
las que no, ahora que el mayor tiene tiempo. Una semana atrás, a JunMyeon le
llegó la notificación de que finalmente no había aprobado el examen de acceso a
la universidad y por ello tiene mucho más tiempo que nunca.
Los días se pasan como si fueran
horas y las semanas como si fueran días y JunMyeon siente que aquel interés que
siempre ha tenido por JongIn y que al principio fue provocado por su anhelo de
montar en una moto tal y como él lo hace, se ha convertido en otra cosa mucho
más profunda que hace que no pueda esperar el momento de verlo cada día, que
sienta su corazón acelerado cuando JongIn está demasiado cerca de él o lo toca.
También siente que sus mejillas arden de vez en cuando y aunque intenta
ocultarlo, su piel es demasiado blanca y no cree que lo consiga del todo.
JunMyeon no sabe exactamente lo que
es, pero lo intuye, intuye que se ha debido de enamorar de JongIn en aquel poco
tiempo que ha pasado junto a él.
☼☼☼
Aquel día comienza como uno
cualquiera para JunMyeon, como uno más que los anteriores días de su vida… sin
embargo, pronto se da cuenta de que aquel día va a ser muy diferente a los
demás.
Cuando sale a la calle para
encontrarse con JongIn lo ve sentado en su pequeña moto a pesar de que son las
nueve de la mañana y que es lunes y ese es el día que cierra el restaurante de
la abuela del menos. Eso le extraña bastante, porque no es nada habitual, pero no
dice nada y simplemente camina hacia JongIn con una ceja levantada,
interrogante. No obstante, el chico no dice nada, así que JunMyeon tiene que
preguntar para que aquel silencio entre los dos no se siga extendiendo por más
minutos.
—¿Por qué has sacado la moto si hoy
no hay que hacer repartos? —JongIn le sonríe y palmea el asiento.
—Vamos a dar una vuelta —le dice—.
Monta.
—Pero… —a pesar de que JunMyeon
siempre ha querido subirse a una moto, el chico se siente un poco ansioso y
asustado en aquel momento y por eso no puede decir nada más.
—He visto muchas veces que miras
cómo me subo a la moto y me voy, así que he pensado que estaría bien dar una
vuelta por el barrio los dos juntos —continúa JongIn—. Sube.
JunMyeon sonríe y no se lo piensa
más, después de todo, aquello era algo que llevaba deseando bastante tiempo,
desde que había visto la primera vez al chico subirse sobre la moto frente a su
casa. Se acerca a JongIn y luego, titubeando, se sube al asiento, justo detrás
de dónde se encuentra su amigo, agarrándose levemente a sus costados. Nota cómo
JongIn se ríe y no entiende el porqué de aquello, pero no se preocupa
demasiado.
El menor comienza a arrancar la moto
y, tras algunos intentos, lo consigue, después, se gira hacia JunMyeon con una
gran sonrisa en su rostro. En ese momento, la pequeña moto se mueve de pronto y
el mayor se tiene que agarrar más fuertemente a la cintura de JongIn porque siente
que si no se puede caer del vehículo y escucha cómo este se vuelve a reír.
—Agárrate fuerte —le dice.
A partir de ese momento, no vuelven
a hablar por dos razones: la primera, porque con el ruido de los coches que
pasan a su lado no pueden escuchar las palabras del otro, la segunda, porque
JunMyeon está tan inmerso en las sensaciones que le produce estar encima de la
moto, sintiendo la cálida y ancha espalda de JongIn y agarrándose a su cintura
quizás más fuerte que lo que debe solo para no caerse. Pasan algunos minutos
sobre la moto, atravesando las calles de aquella parte de la ciudad que conocen
como la palma de su mano porque es el lugar en el que han nacido y crecido,
hasta que llegan a un parque que hay cerca de allí.
El parque está completamente
desierto porque es lunes por la mañana y los niños del barrio están en el
colegio, así que tienen el lugar para ellos solos. JongIn se baja primero de la
moto y luego es JunMyeon quien lo hace, aunque cuando pone sus pies en el
suelo, se tambalea un poco porque no está acostumbrado y el menor lo tiene que
estabilizar, agarrándolo por el brazo.
—Ten cuidado —murmura JongIn y
JunMyeon solo le puede sonreír porque la voz no le sale. Durante todo el camino
ha estado observándolo todo con la boca abierta y ahora tiene la garganta
completamente seca (además de que juraría que se le había metido un bicho en
ella también)—. ¿Quieres que vayamos a sentarnos a los columpios?
JunMyeon se siente un poco mayor
para estar subiéndose a los columpios, pero el rostro ilusionado de JongIn lo
hace asentir y seguirlo hasta aquel lugar, sentándose luego en uno de los
columpios de madera junto al otro chico y comenzando a balancearse lentamente
en silencio. El silencio entre ambos se prolonga durante algunos minutos, hasta
que JunMyeon decide romperlo, después de recuperar su voz.
—Gracias por traerme hasta aquí en
la moto —le dice—. Nunca me había subido en una y ha sido una gran experiencia.
—No ha sido nada —responde JongIn—,
pero si querías montarte en la moto solo me lo tenías que haber dicho.
—No quería ser una molestia —contesta.
—No eres ninguna molestia —replica
el chico—. Eres una gran ayuda para mi abuela y para mí, además de que desde
que estás aquí conmigo ya no me aburro tanto como antes.
—Tengo mucho tiempo libre y me gusta
ayudar —dice JunMyeon—, y me gusta tu compañía.
—A mí también me gusta estar
contigo.
En ese momento, ninguno de los dos
sabe que detrás de aquellas palabras se esconde algo más profundo que la
amistad, pero por el momento, estar de aquella manera es más que suficiente
para ellos.
Oh, así que hiciste dos... Me gustó mucho más el otro, pero este es demasiado cuco jaja. También me ha gustado~
ResponderEliminarSuspender la sele y tener esa mentalidad... crack jaja
Sep, hice dos ^^ A mí también me gustó más el otro... prefiero el baloncesto XD Me alegra que te pareciera cuco y te gustara también ^^
EliminarJajajajajajajaj XD Es que Myeon nunca ha sido de deprimirse, si no lo consigues a la primera, siempre habrá otra oportunidad!